¿No te ha pasado alguna vez que tu cerebro no funcionaba como debiera dejándote en una situación de bloqueo brutal? A mí sí. A esto se le llama parálisis por análisis. Tenemos tantas opciones que nos cuesta elegir una. Y es que a veces es más fácil que la vida nos deje una única puerta de salida (o que otro decida por nosotros).
A continuación te cito 6 motivos que dificultan la toma de decisiones:
No sabemos qué queremos, no sabemos a dónde nos dirigimos.
Es muy importante fijarse objetivos claros y específicos. ¿A dónde quieres llegar: a Madrid o a Barcelona? ¿A ser director general de un banco o a ser escritora best seller? Las decisiones que tomemos a lo largo del camino serán diferentes en un caso o en otro.
Sin objetivo claro no hay camino definido, irás como un barco a la deriva. Esto no es ni bueno ni malo, es simplemente otro nivel de consciencia y otra forma de actuar.
Tenemos dos objetivos contrapuestos
Suele pasar el encontrarnos en esta situación en la que hay que elegir si ganar dinero o trabajar en algo que nos llene. Tanto nuestra búsqueda como las respuestas que encontraremos por el camino van a estar chocando constantemente, colocándonos en un estado de neurosis, una dualidad o disociación, que provoque mucha inseguridad e indecisión.
Una de las posibles soluciones sería intentar encontrar una solución intermedia, integrar las dos polaridades. La otra sería elegir una de las dos aunque sea irse de un extremo al otro. Lo importante es no quedarse en esa división interna.
Falta de principios y valores
¿Qué son aquellas cosas más importantes para ti? Esas cosas que no negociarías, por ejemplo, en una entrevista de trabajo: ¿Aceptarías cualquier oferta sin importar los requisitos o condiciones?
Como digo en mi libro "Habilidades blandas para crear juntos la Nueva Humanidad", los valores son como el chaleco salvavidas durante un naufragio. Si tienes valores, ellos te servirán de referencia para poner límites.
Dime, si te obligasen a mentir en un puesto de trabajo, que sorprendentemente (o desgraciadamente) sucede, ¿lo harías? Si la honestidad y la integridad fueran valores de cabecera, no lo harías, renunciarías. La decisión sería más fácil de tomar.
No sabemos leer/escuchar las señales
Al tener divididos nuestra mente y nuestro corazón, nuestro Ser no está en coherencia, con lo que también es más difícil atender a las señales que nos lanzan nuestros guías y maestros. Tampoco conseguimos interpretarlos con claridad, con la fuerza necesaria para sentirnos seguros de haberlo comprendido y usar esa información en la toma de decisiones.
No podemos conectar con nuestra intuición, boicoteando nuestro propio éxito.
Falta de fe
Cuando la vida nos pone entre dos o más opciones, a veces sentimos que todo depende de nosotros, que si nos equivocamos prácticamente iremos al infierno, en el sentido de que todo saldría mal y que las consecuencias serían horribles.
Sin embargo, no todo lo que ocurre es responsabilidad nuestra. Estamos interconectados con los demás seres humanos y con algo más grande, a muchos niveles. Esto quiere decir que es imposible saber a ciencia cierta qué va a pasar. No podemos pretender tener todo bajo control. No basta con haber estudiado bien todas la variables. También hay que tener fe.
Miedo a soltar lo que tenemos
Al hilo de lo anterior, hay que aprender a dejar ir aquello que ya cumplió su función. Muchas veces nos resistimos a actuar porque sabemos que vamos a tener que renunciar a algo importante, y esto cuesta horrores. Tenemos pánico a equivocarnos.
Agradezcamos lo que tuvimos, y tengamos fe en que lo que viene siempre será mejor. Enfócate en lo que vas a ganar con ese cambio, y no en lo que vas a perder.
Solución:
Sal de la mente, vete a hacer deporte, respira profundamente, baila, canta, haz algo. Al moverte, la energía es desbloqueada a partir del cuerpo que además oxigena tu cerebro haciendo que se resetee jugando a tu favor.
¡Suerte y ponte ya manos a la obra!
Recordatorios:
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Nuestra mente nada en el mar de las dudas y no logramos ver con claridad debajo del agua. Las emociones nos nublan las facultades y sentimos estar en medio de un naufragio.
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